cada vez que regreso a mí
de los intentos de morir en el otro
duermo días de corrido, me pierdo en mi voz
en el balbuceo de respuestas de lengua cansada
me pregunto insistentemente si lo logré
recién con una taza caliente
quitando la sangre seca de la piel, recuerdo:
la culpa ha zanjado a mi lado
una banquina árida como un lugar disponible
una renta barata donde siempre entro justa
con el dedo rasco la sangre seca y considero
que el arte de la pintura me enseñó
los tiempos del fraguado y su espera
la contemplación la profundidad su océano
todo lo que acumula la superficie de un lienzo
para exponerse en primera fila, en el frente
cada vez que regreso a mí
de los intentos de morir en el otro
tiemblo contenida en los tímpanos
"morir en el otro es un acto de valentía"
cada explosión lleva ese mensaje
como un chocolate dedicado
ir a la guerra llevando al enemigo
no hay camuflaje que alcance si nos vamos riendo
tanto, tanto! que a veces sin querer gatillamos
y después ebrias, buscamos las balas perdidas
ya somos tres a esta altura
la que va
la que es llevada
la que espera en casa pregunta y calma
todas perdemos el tiempo
porque no confiamos en el olvido
mientras tengamos el cuerpo puesto
cuando recupero el aliento
ya estoy en la cocina,
aún vestida de esquirlas
y el cartero deja un sobre ciego
que siempre se quema
en el mismo fuego
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