después del Quijote de la olla y el cucharón vino el señor sin brazos
quieren atraparme apenas despierto
ya deben mirarme de noche
las mañanitas se posan sobre mis hombros sudados
y lejos de ser una abuela cálida y paciente
aparece con el sarcasmo de un dictador mal dormido
desenfrenadas en brisas, confusas
no hay campos con narcisos
no hay sombras no hay sol
ni aroma posible
mis mañanitas no tiene folclore
están tejidas de empujones y contrapuntos
de rayos que generosos serían destellos
pero que la contundencia así los dejó
entonces no hay narcisos ni reflejos
pero lo que mas falta es tiempo y espacio
desaparecen las coordenadas reales
sobre las que debería en principio
al menos, ponerme de pié y suspirar
pero es
el cuerpo
envasado
al vacío
y así arrancan nomás, plásticas y convencidas
afiebradas por no saber si la luna les quitó algo
y la duda inmensa hace estragos
hace pozos infinitos sin hallar nada
despilfarrando entierros
y necesidades básicas
mis mañanitas me encuentran de su lado
con ímpetu pico en su carnada
que cuelga de una caña astuta
maldad camuflada de travesura
sabiendo el hambre que me deja el despertar
no hay rencor posible
ya circula envenenando pensamientos,
distorsionando gorriones con monstruos marinos
adjudicando los bellos matices a la humedad del cuarto
pateando con los dedos de los pies cada vértice
se asemeja a una lucha colosal pero inútil
la ayuda está en su lugar
en su delegación
espera con calma
pero como no se necesita nada mas que llegar al mediodía
habrá que moverse en este paquete de papel film
como se pueda: con impulsos de la nuca, o efectivos movimientos de cadera
en torno a una especie de rombo, que sabia la geometría me aproximó con cariño
el amor, que es un estado de alerta en mi comarca,
duerme sobre la imaginación de una niña
no sabría responder a la pregunta acerca
de si mis mañanitas empeoran con el calor
