bajar a cazar y atraparme
reconocerme antes del fuego,
el hambre de la soledad
pensé en describir al colibrí amargo
de mi poema aquel,
el del buche,
no pude,
pues solo quise pasarle la lengua
a favor de su pelaje
me agazapé, felina
y esperé
otro, alguien, sujeto de pluma, esboza:
su pecho al ras de la tierra
los codos y las piernas en flexión
muerta parece de miedo
porque respira,
no emite sonido,
ni el viento alcanza a mover su cabello
como si lo hubiera perdido recién TODO
como si se hubiera dedicado ENTERA
y ahora se dejara alcanzar
por la primera fiera
que la huela
como si la hubieran deseado estatua
inerte o fecunda
para muerta, está incómoda
el colibrí no está visible desde otros ángulos
y nadie quiere moverse,
la objetividad
sería un escándalo
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