no esperemos que el dolor sea quien mueva nuestros cuerpos,
que retuerza el tronco el torso como si al soltarnos tras siete ruegos,
llegáramos a hacer un trompo que se eleve y se pierda en el espacio
sideralmente no me conozco
no le temo a la locura porque gracias a dios existen sitios mucho peores
anoche perdí tiempo degollando gallinas en el sueño,
con la sangre del ritual declaré amor eterno,
hice una escena de celos y le pasé la mano al gato a su favor
lloré mares en un exorcismo ciego:
me dí con cada mueble, una hermosa oportunidad
en el despertar ya el pueblo lleva su gesto
me niego a dejar que el dolor sea quien me lleve el tiempo,
quien me diga que parte sí puedo mover, que superficie puedo chupar
que sonido puedo disfrutar
no voy a dejar de bailar señores
dejaré que me pique algo, sí
si se tratara de pactar pequeños ocasos, podría ser que algo me pique,
que algo me arañe que algo me empuje
cosas de animales, no la enfermedad de lo que no se dijo
no la enfermedad de los juicios acurrucados, temidos en un bibliorato de traumas
si se tratara de pactar pequeños ocasos, seria arder muy poco por alguna temperatura alta
que me deje caer en el atardecer en un abrazo que luego gire y baje enroscado por una barranca
que desemboque en el mar,
que tomemos frio
y que nos engripemos finalmente
en la poca salud pasajera
no le temo a la locura porque gracias a dios existen sitios mucho peores
y también gracias a lo divino la culpa tiene su lugar en las heridas
me niego a esperar que el dolor sea quien habite las expresiones en cada saludo
escucho llover ahora pero no llueve, solo creo
ya no me duele nada
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