Se plantó delante
de mi frente
y no hizo falta más nada
Aferrada a mi aire
me tomó de la pera,
de la misma manera
un guapo me encaja un beso
en cada porta retrato,
me amenazó de silencios
tironeó del hilo
y descoció mi sonrisa
El humor, que eran engranajes, se dispersaron como un collar de dientes rotos. Se quedaron cortas las invenciones y se volvió antes de sus vacaciones la razón. Terminó de hacerse el pochoclo entre las costillas y un centenar de niños lo olvidaron por la pelota. El humor, que era como un ojo que se guiña por su cuenta, se endeudó de vendas. Y la contagiosa risa, compañera tentadora, brazo de abuela gorda, quiso darle un manotazo y saltarlo fuera del barro, al humor.
Se plantó delante
de mi pecho
y me chistó el corazón
Dirigió mis latidos
a como se le cantó
para que me quede afinada
en la bajada más grave
y de un valor invertido
entendí toda la sangre
de un fondo blanco
Borracha de la realidad sin rebajar, me faltaron tanto pero tanto las burbujas, que por querer habitarlas todas, me ardió la naríz y lloraron los ojos. Imaginé la verdad tal cual es, los bordes aclararon los tantos, entre el espacio y el vacío. Y en los bolsillos caramelos. Dulces para el camino, para distraer la mirada por la ventanilla de un tren que quiere dejarme en cada árbol: El horizonte está en todos las vistas, no debería ser un problema la ausencia de direcciones.
Se plantó tan en la tierra,
que su firmeza midió el tiempo
y nos vimos iguales,
de la misma estatura,
mi vida y yo
a esta altura
se me puso seria
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