sábado, 3 de mayo de 2008

Un pin por su trabajo


En su primer día, peinado y perfumado llegó a su trabajo, con las herramientas brillantes en sus manos. Fué recibido correctamente. Balbuceó: manos a la obra.


El tiempo fué transcurriendo entre pinzas, almuerzos de pié, notas y observaciones al pié, café y pocas horas de sueño.

Nunca se preguntó nada al respecto. De vez en cuando lloraba al lavarse los dientes por la mañana, pero ya en el úlitmo buche comenzaba a pensar en el tiempo y la llegada tarde. Seguir llorando era impensable.


Atravesó puertas de vidrio, bajó corriendo escaleras mecánicas que igualmente bajaban y corrió pasillos en los que las paredes se achicaban rápidamente. Pisó charcos profundos en días de lluvia, remó en espesas aguas, puso una mejilla, luego la otra y después un cachete de la cola...

Se sentó sin pararse, alcanzando el picaporte girando en la silla con ruedas. Puso la foto de su familia en el escritorio pero no tuvo tiempo de mirarla.

Y claro, pronto, el jefe, le otorgó la primer estrella del trabajo: un pin (prendedor) que va directamente pinchado en la piel.


"Pruebas de fuego", "hacete de abajo", "escalar", "trepar", eran palabras que comenzaba a oir en cuanto fichaba.

Pruebas de fuego para llegar a la mitad de la vida incendiado y pasar la otra mitad curando las heridas.

Hacete de abajo, no importa tu capacidad ni tu talento, menos tu mirada. Hacete de abajo porque el jefe que te contrató aún lucha con los monstruos que lo contrataron en el pasado, en sueños calurosos, y siempre se despierta con una bota de cuero en la cabeza.

Escalar y trepar en las montañas es maravilloso.


Luego de un tiempo, llegó a obtener alrededor de cien prendedores de diversos diseños en honor a su correcto trabajo (sumaban ciento un pin con el de Los Ramones, pero ese se abrochaba en la ropa y lo usaba poco) y esto le ocasionó una gravísima infección generalizada que terminó con su vida.


El espejo del baño no pudo reflejar su espíritu inquieto y sus herramientas no brillaban tanto

5 comentarios:

ann dijo...

en el peor de los casos los trabajos terminan con nuestras vidas, en el mejor, nos dan la libertad de vivir un tiempito mas con el tristísimo recuerdo de habernos ganado las "heridas de guerra"sin honor y sin gloria.
Cuando será el día en que caguemos plata?????

Leticia Chopi Sofiro dijo...

el día en el que nos paguen con caca

Ignacio Bermejo dijo...

Trabajar es necesario, pero no debemos olvidar que es una maldición.

Ignacio Bermejo dijo...

Claro que sí puedes agregarme. Será todo un placer. Un beso.

Ignacio Bermejo dijo...

Ahhh, hago yo lo mismo.

parte del hábito

                                                                                                                  a la hermana Bety         ...