sábado, 26 de abril de 2008

el jardín del vecino punto com (muy Arg)

Carlos y Juana, Juan y Gloria. Vecinos.
Vecinos en una ciudad llena de calles, jardines y casas.
Los primeros tenían una casa con jardín y los segundos también.
Ahora bien... Carlos y Juana envidiaban profundamente el jardín de sus vecinos:

Él se sentaba en un banquito, y durante horas observaba como crecían las flores de Juan, y su mujer le cebaba mate, a su lado, de pié, con la mirada perdida en sus recuerdos golpeados.
Así transcurrían sus días y sus años, mirando el jardín del vecino, con envidia y por las noches en pijama. Solían armar el dormitorio, el comedor y a veces hasta la cocina allá afuera, para no perder de vista la maravillosa enredadera que perfumaba el aire, y para alimentar el rencor, aquella plantita que crecía dentro de sus almas.

En este tiempo, el jardín de Carlos y Juana, se había deteriorado, por la falta de agua, de cuidado y de todo. Haber colocado muebles en la tierra para no perder tiempo de observación, había lastimado tanto el suelo, que se había vuelto duro como el cemento.


Juan y Gloria, pisaban el cesped por la mañana, respiraban, y con ese aire comenzaban su día.
La Naturaleza los abrazaba y los perfumaba, agradecida por el cuidado que les brindaban.
Por las noches hacían el amor entre jazmines, magnolias, orquídeas, las enredaderas formaban figuras en el aire, y la tierra se volvía más blanda. Tal vez se lea demasiado poético pero así era.
Simplemente Bello. Armónico.

Vecinos y la misma tierra fértil para unos y para otros.

Sucedió que en la casa de Carlos y Juana, dentro, en las paredes abandonadas, comenzaron a crecer plantas, por la humedad y la soledad, condiciones suficientes para crecer a oscuras. Cantidades enormes de plantas de hojas extrañas y con aroma a pasado rancio.
Tal fué el caos que cuando entraron allí quedaron atrapados.
Algunos dicen que las plantas que crecieron en el interior de la casa eran carnívoras, porque se habían alimentado del abandono, de basura, de revoque, de pedazos de telas y maderas.

Y se dice que hasta que fueron devorados por la "vegetación de interior", Carlos se lamentaba por no poder ver el jardín del vecino, y que el rencor fué el bocadillo final de la planta que los tragó (sí, a Juana también)


Juan y Gloria no son los protagonistas de esta historia.


Estas historias son ampliadas ya fuera de este blog, a veces en formato de imagen, a veces en formato de texto, a veces en formato incomprensible. Si querés ampliar la cosa hacé click.
Voy a regar las plantas.

1 comentario:

ann dijo...

es cierto que no existen mecanismos ni trabas para que todo lo que esta afuera termine devorando lo que esta adentro resguardado hasta el momento.

parte del hábito

                                                                                                                  a la hermana Bety         ...