jueves, 18 de octubre de 2018

un descuido el azar y dios

en otro descuido me desvanecí y antes de abandonarme como cada vez,
el azar, me tomó de la cintura, arqueó mi espalda
y comenzó la delicada tarea de extraer cada palabra incrustada en mi alma
como astillas en la piel... amor, desastre, no no y no
fueron extirpadas de la clara y gelatinosa sustancia que me sostiene

(dicha sustancia protege, apoltrona, acuna y despilfarra al ego tres veces por día e intercambia fluidos ilegales con el corazón)

lejos de dios la purificación de mi deriva
porque no dar más es parte de lo ateo,
pero cansarse es una ceremonia de comunión
donde a la noche de bodas se llega patinando en sudor
y cada día arremete intenso y arrepentido
para dar con el perdón en ayunas

la culpa es una materia ignorada por los verdaderos felices
que se contornean en la periferia de nuestro planeta,
otro que el azar haciendo de las suyas

recuerdo un viejo descuido en el que desperté abrazada al estómago del destino, subía y bajaba acompasada por la música de sus latidos, estuve muerta un rato


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