miércoles, 28 de mayo de 2014

bajo en congreso


Un hombre golpea el bastón blanco contra el piso de la estación de subte de la línea A. 
Estación que agarra Rivadavia derecho y eso me gusta, donde está Perú también.
Ese hombre de cabello gris y poco, golpea su bastón de esta manera:

Paf paf paf. 
Son negras. Sin dudas.
Tomando como referencia
el tiempo que suele tomarse:
compás corazón,
que sigue los latidos
del presente existir
de cada quien.
Vivo.
Son negras.

Entendí que era un llamado, así que me acerqué. Le miré el oído y le dije: Señor, cuando llegue el próximo subte (recién se iba uno) lo ayudo a subir. 
Me agradeció y explicó que quien lo había llevado hasta allí ya se había ido en el tren anterior.

Es una posta la del ciego.
La de todos. Tramos. 
Pequeñas líneas imaginarias de llegada 
que nos reponen fuerza, y nos llenan de a poco de amigos y de aire. 
La línea original no la imaginamos nunca.
Es una posta aún sola, pienso. 

En la estación Río de Janeiro entendí que está bien ser atentos con uno mismo, a modo de entrenamiento. 
Se llenó de gente el vagón, de modo que el señor ciego que estaba frente a mí, ya no estaba visible.

Recordé los minutos anteriores, donde estábamos parados en silencio esperando el tren bajo, y pensé: 
"voy a describirle como soy" y asomé a una mujer de cuarenta años.
Descarté la idea. Estábamos cómodos en ese silencio. Yo estaba cómoda.
Se me ocurrió ir por la forma y el color: "tengo una campera de cuadros azul y marrón con capucha de plumas y esos botones de madera ovalados que se meten en un lazo de cuero, que ya me estoy quitando porque acá abajo siempre tengo mucho calor. El cabello que tengo es castaño y está despeinado. No, no hay forma de prolijidad ahí. Mis ojos son claros y cambian con el tiempo así que no sé exactamente... nunca se de que color son..."

Luego de hallarme en el ensayo de mi mente... no le dije nada 
No sabía si querría, y olvidé pensar en esa pregunta. 
¿Quiere que le diga como soy? 
Sabía como era él, y yo acababa de conocerme y quería estrenarme. 

Ahora escribo esto en la estación de Plaza Miserere.
Ahora ya estoy en Pasco y bajo en la próxima.
Voy a decirle a la señora que está a su lado que el señor ciego baja en Perú.

1 comentario:

Javier dijo...

ese talento para hacer girar el texto sobre su propio eje...

(siempre lo tuyo, mi ajeno)

que manía de robarnos todo ir a buscar y que no esté esperar sobre el enfado a que llegue y exigirle mi cosa retarse en un hermoso duelo  ha...