sábado, 15 de septiembre de 2012

igual con el mar


no le escribo a los pájaros
porque posan sobre el tiempo
en segundos vientos

no tengo movimiento
cuando los contemplo
ni manos para contarlos
ni piernas para acercarme.

espantadas las posibilidades
de ahuyentarlos con mi respirar
contengo la primavera en aire
para que no falte.

organizo una fiesta
con nadie y sin nada
porque todo está afuera

igual con el mar

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7 comentarios:

Javier dijo...

Este poema, Letiiiiiiiiiiiiii, hizo que volviera a buscar algunos viejos apuntes que tomé hace muchos años y actualizarlos con otros más nuevos, referidos al valor y potencial de las metáforas en la lengua poética, en general, y en la castellana en particular.
Porque empieza con una de las más extraordinarias que he leído en los últimos tiempos. De las más inteligentes y sutiles.

Javier dijo...

Pero me detengo en lo que volví a aprender. Pude recordar que la metáfora es la asociación, a partir de la mirada del poeta, que se establece entre dos objetos distintos (no tanto como para que no puedan acercarse, ni tan cercanos como para que sean uno solo); que el valor está también en que el lector pueda percibirla como metáfora; que las combinatorias son ilimitadas (no infinitas) pero que en las literaturas hay cuatro o cinco metáforas modelos, o base como diría Borges. El las menciona en dos o tres textos distintos: los ojos-las estrellas; la mujer-las flores; el atardecer-la vejez; el sueño-la vida; el dormir-el morir y la que viene al caso: el tiempo-el río.

Javier dijo...

El pájaro posado sobre el tiempo es estremecedor, te lo juro. Primero porque es una imagen tremenda que refuerza la levedad de la palabra pájaro. Estar posado sobre un fluir invisible y constante sólo puede ser posible para un pájaro que tiene tanto de real como de mítico, tanto de leve (imagino los colores de ese pájaro) como de material. Pero segundo, y sobre todo, porque eliminar el segundo término de la metáfora (el río) intensifica la sensación de tiempo y vuelve más real la imagen real (un pájaro posado sobre la superficie del agua, tal vez picoteando o simplemente sintiéndose pájaro).
En la estructura de la estrofa se pueden señalar dos cosas más. Primero no molesta el plural de pájaros, por el contrario refuerza varias ideas relacionadas con el contenido tiempo: lo simultáneo, lo sucesivo, la repetición. Pero tal vez sí perjudica el verso “en segundos vientos”. Cuando leí por primera vez el poema, no parecía pero en una relectura, el sustantivo vientos es demasiado fuerte, frente a la sutileza del río y la liviandad del pájaro. Por otro lado, la idea contenida en segundos, polisémica si querés, materializa demasiado el contenido temporal de la estrofa. Tenés que analizar si es oportuna acá la aparición de este verso.

Javier dijo...

Ahora, si la imagen-metáfora de la primera estrofa es impresionante; no lo es menos el ritmo que adquiere el poema con la segunda. Porque lo que se enuncia como negatividad al abrir el poema (“no les escribo a los pájaros”) se vuelve contemplación –actitud activa y positiva- en la segunda. Es éxtasis, no esterilidad; es admiración, no incomprensión. La naturaleza no es ajena al poeta, la belleza contemplada no intimida pero detiene la mirada, el cuerpo, conduce al silencio.
Tal vez es muy fuerte la palabra “espantadas” en este contexto. Sobre todo porque “ahuyentarlas” sigue en el segundo verso y en ese refuerzo resalta más la dureza del primer adjetivo. De todos modos, acá es donde aparece el giro tan característico de tu poesía, letiiiiiiiiiiiiii, marca registrada tuya: ¿pensó en ahuyentarlos en verdad el poeta? ¿qué impulso lo guía entonces? Si aquello que admira y lo detiene le produce esa sensación ¿qué oscura intensidad, qué contradicción lo impulsa a decir siquiera la posibilidad de ahuyentar a esos pájaros?

Javier dijo...

Pero gira otra vez y entonces estalla en fiesta el poema y la escena. Quien mira y admira contiene la respiración para que el mundo sea perpetuamente fiesta en el poema, y que ese momento sea eterno. La posibilidad de plenitud está ahí afuera (disiento con el poeta en particular. También está dentro, en la posibilidad de festejo frente a tamaña expresión de belleza) porque el mundo es su constante oferta gratuita de emoción y belleza. El mundo en su expresión natural, claro. No hace falta nadie, ni nada. Para compartir está el poema, esa belleza duplicada que el poeta es capaz de ofrecer a los lectores.

Javier dijo...

Llego al último verso. “igual con el mar”. La inocencia de la expresión es sorprendente. El mundo se redescubre. Y la poeta duplica en otro paisaje su mirada fascinada, sugiriendo apenas con un hexámetro agudo.
Me queda igual otra pregunta, si el río y el tiempo son los dos términos de una metáfora que acá se construye de manera brillante, ¿debo como lector, extender la metáfora y ver en el mar, la muerte?

Otro gran poema letiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii
Chapeau!

Leticia Chopi Sofiro dijo...

gracias javiiii, el lector sí, puede ver en el mar la muerte.
Sabías que? en el árbol que da a la ventana del living de casa, siempre, cerca del día de la madre, hay pichones en algún nido. Que curioso no? Ahora anda haciendo un nido un pájaro (pájara) que te juro es del tamaño de una paloma... será una paloma? no, no... creo que no. Bueno, es tan grande que al posarse en las ramas como agujas de un reloj que marca el tiempo de las ramitas, se doblan y tiene que salir volando a posarse en otra, jeje. Ella, me parece (si me equivoco que ingrese al blog y me corrija, la pájara) que no sabe cuanto pesa. No se si está así porque tiene un montón de huevos que poner, en fin....
Eso es el mar que veo desde la ventana, pero también hace un par de meses veía el balcón terraza del vecino cruzando el pasaje.
El tiempo que cosa rara. El tiempo en el río no se puede. Estaríamos empezando siempre de cero.
Tengo tu recipiente para el te chino!!!!!!!!

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