sábado, 10 de octubre de 2009

Dí una vez más las cartas y otra vez, me salieron horribles
así que decidí hacerme trampa, me repartí las mejores y salí...

Mintiendo que la suerte estaba de mi lado
me fueron desapareciendo las manos
luego la gente y los objetos
Me encontré en blanco
con el ancho de espadas
el siete de oro y el ancho de basto

No teniendo con quien competir
armé con los naipes la casita
y esperé que llueva...

Llovió, las cartas se mojaron
y allí quedé, sin saber si había jugado

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(siempre lo tuyo, mi ajeno)

que manía de robarnos todo ir a buscar y que no esté esperar sobre el enfado a que llegue y exigirle mi cosa retarse en un hermoso duelo  ha...