sábado, 13 de junio de 2009

seguir de largo

Ella tenía 16 años, y no recuerda ese episodio, ese suceso en esa tarde.

En el barrio de Caballito, en la calle Cucha Cucha, salía de su entrenamiento de natación pensando en una pronta elección entre la vida bajo el agua o la música del aire y los bailes. Entre una tarde llena de besos o seis mil metros superándose en tiempo cada vez.

Caminaba con el cabello húmedo, aún con aroma a cloro y la piel seca. Era septiembre.


De golpe, el golpe. Fuerte. Pum!

Ella mira el auto y el perro. El primero sigue cual basura en el carburador, el segundo corre hasta caer a dos metros de ella.

En el mismo momento el dueño del perro cruza la calle, un chico. Tal vez entre ella, él y el perro sumaban 32 años, no se.

¡Que hago, que hago, no, no, no! gritaba él, sin mirar a ella.

Te ayudo, te ayudo, le decía ella, no te preocupes.

¡Que hijo de puta, como puede ser, y no frenó! gritaba él.

Ella lo miraba, pero parece que no era visible frente al chico, sin embargo, la seguía.

Entonces alzó al animalito en brazos, cruzó la calle, le dijo al dueño del perro que pare ese taxi que venía por la calle.

En un momento el le dijo que no tenía plata, ella le dijo que no se preocupe, que su mamá le daba diez pesos por día para ir al club y justo no se había comprado ni una bebida.


Ella intentó recordar donde se encotraba la veterinaria más cercana, pero su memoria visual solo recordaba por su cartel azul y blanco (atentos señaléticos) aquella de la avenida Nazca y la vía. Así que ese destino le indicó al chofer.


Para ese entonces se enteró de varias cositas:

el perro se llamaba Lucas

su remera estaba empapada de sangre

el chico miraba por la ventanilla

el siento estaba manchado también,

Lucas perdía sangre por la boca, por las orejas, y tal vez por la naríz

el chico se había quitado la gorra y tenía el cabello castaño


Respiraba profundo para no llorar y apuraba el taxi con la mente, es decir imaginando que todo saldría bien, que su elección había sido la correcta, hasta se imaginó comprando un par de gatos siameses... pero así y todo, los semásforos estaban más lentos y Lucas no largaba aire.


Así, puso su mano en el lomo del perro y nada pasaba. Puso su mano en los orificios de la naríz del animal y npo salía aire. El perro ya había muerto.


Llegaron a la veterinaria, con el dinero justo, ella entregó al animalito, saludó al chico y caminando regresó a su casa. Luego estuvo triste, pero a nadie contó el episodio.


Al día siguiente, al no tener teléfono, fué hasta la veterinaria para ver como estaba el perrito.

Un señor la atendió y claro, le dijo que el animal ya había llegado muerto.

Así que ella ese día entrenó en la pileta.

Como siempre salió con el cabello húmedo y aroma a cloro, con la piel seca, con la mirada perdida para no estar atenta.


Continuó sin parar, como el auto luego del golpe.

y seguir de largo no es ir otra vez con un vestido hasta los tobillos

7 comentarios:

Adriana Rearte dijo...

Chopi.........Qué tristeza...........

un saludo para todos los que me conocen dijo...

lo que nos tocó el corazon
nos acompañará siempre.

creo que uno se hace fuerte cuando
con eso presente decide seguir atento.
vivir abierto.

Leticia Chopi Sofiro dijo...

Madame: sì, es triste. Recordé eso así de repente... me lo saqué, se lo puse a Ella y lo conté. Como siempre
Un saludo: tenés razón y buen corazón, gracias

soystef dijo...

Ow q momento :(

Adriana Rearte dijo...

PS: A mi me sobra corazon pero carezco de razon...Es grave, doctor..???

Leticia Chopi Sofiro dijo...

Miss Mundo: quería decirle que carecer,
depende de que,
es mejor que tener.
En su caso, siga enfocando
con el ojo que saca la foto,
que con eso y su corazón contento, pasamos un lindo momento
en paris, en buenos aires
respiramos el mismo aire
un beso grande

nat dijo...

guau!

(siempre lo tuyo, mi ajeno)

que manía de robarnos todo ir a buscar y que no esté esperar sobre el enfado a que llegue y exigirle mi cosa retarse en un hermoso duelo  ha...