martes, 19 de mayo de 2009

La miro ese día

¿Y para que querría una planta que me da una bellísima flor que solo dura un día?

Una vez, una de las niñeras que pasaron por mi hogar me regaló un yuyo.
... Ay, otro más, dije yo para mis adentros (cuando digo mis adentros, quiero decir que en voz baja, se va corriendo la bola por mi interior hasta que todos mis órganos se enteran, por eso es que cuando digo para mis adentros en general, luego me siento descompuesta)
Así fué que el yuyo creció, como todos mis yuyos de la escalera, mucho.

Luego, de la punta de cada rama de pasto de la planta, salió una especie de fruto, que si caía en tierra, al poco tiempo nacía una nueva prima del yuyo...

Y así, una mañana con los ojos apenas abiertos, estaba saliendo a comprar leche, y a tres pasos de la planta me detuve:

una flor increíblemente hermosa había salido.

Al día siguiente, intenté mostrarle la flor (a él, claro), y ya no estaba.

Resultó que la flor solo vive en esta vida un día. Ni mas ni menos.
Hice de todo, hasta me quedé mirando en una posta con la vecina de la casa rosa.
Y nada.

No se, si bien no la busqué, ella llegó a mi escalera
y a mí me gusta verla, aunque sea...
ese día.

No hay comentarios:

parte del hábito

                                                                                                                  a la hermana Bety         ...