Una vez estuve un largo rato haciendo un enorme esfuerzo por salir de una canaleta en el mar. Pasada la primer rompiente (o la segunda, no recuerdo)
Braseaba, pateaba, ondulaba mi cuerpo. Y nada.
No podía pasarla, no podía volver a la costa, no podía.
Y me cansaba, me fatigaba.
Entonces paraba, flotando hacia arriba (la plancha) tomaba aire y volvía.
Volvía y el mar me sacaba un poquito y me devolvía otro tanto.
No avanzaba, tampoco retrocedía, nada.
Casi me hubiera dejado llenar de agua.
Pero de pronto pude ver una hojita que flotaba y como en diagonal salía directo a la costa...
Me sentí una hojita y con un poco de mi ayuda fui en direccion diagonal a la orilla.
Y salí.
Me senté en la arena y aún siento el sonido de mi respiración sobre el agua.
3 comentarios:
Muy lindo relato el de la hojita. Me gusto.
Te admiro. Como a mí solamente me sale el estilo perro o hacer la plancha, jamás de los jamases me hubiera atrevido a ir más allá de donde el agua le da a mis rodillas. Y siempre he soñado jugar ese juego extraño y cuasi erótico sos mío-soy tuya con el mar, fatigarme, tomar aire, volver, salir un poquito y quedarme en la nada.
Así tampoco encontré nunca, jamás de los jamases, una hojita que me enseñara que las paralelas no se cruzan y que es mentira que la linea recta es la distancia más corta entre dos puntos. Bueno por lo menos la línea recta en perpendicular con la playa. Me encantan las diagonales, son como los grises de la escala cromática.
Lucy, aún estás a tiempo de hacer el amor con el mar, es salado, que se yo... que lindo, que lindo que una hojita enseñe lo que el cerebro no puede y la ciencia no encuentra la forma... Que grande Lucy!!! Y si te regalaran para tu cumpleaños unas clases de natación, jaja
mrs. france, gracias. Es absolutamente una experiencia real pero de esas que detalles como el año... no se saben, viste?
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