jueves, 29 de noviembre de 2007

respuestas


Gloria necesitaba respuestas. Se le habían acabado hacía un tiempo considerable.

Una tarde apacible mientras lavaba los platos del mediodía, se preguntó para que lo hacía, cuanto tiempo le llevaba, porqué el detergente hacía espuma, entre otras cosas. Fué en ese instante en el que se dió cuenta que ya no tenía respuestas para nada. Por lo menos no tenía justo las que ella preguntaba, tal vez sí tenía alguna para alguien que necesitara.

Así que tomó su billetera, sus lentes de sol, el celular, un puñado de castañas de cajú y salió.

En el centro comercial se encontró con los negocios decorados de estilo navideño, con turrones duros y blandos, con bolas de colores, con pinos de diversos tamaños, con tiras de colores para adornar "tu arbolito", con luces pequeñas y hasta con música. Papá Noel de peluche, de cerámica, de papel maché, de plástico, de cemento, de telgopor, con barba blanca y panza. Con el niño Jesús en la cunita, con María, José, el pastor, el rebaño, los reyes magos, las gallinas, la estopa, la casita, las estrellas del cielo, y los camellos. Las bombachas rosas, tangas, culotes, colalés, short, pequeñas y grandes.

Recorrió los negocios y al parecer ya nada de lo que buscaba estaba en vidriera. Sus preguntas aún no encontraban respuestas. Así que Gloria se detuvo a tomar un café en un bar de una avenida de Caballito y tomó nota de las principales preguntas huérfanas.

Pagó siete pesos por el café con la propina incluída, pensó en que estaba muy caro el café y se preguntó si esto tenía que ver con la navidad.

Comenzó a caminar hacia el parque Rivadavia...

En el Parque Rivadavia, niños de distintas edades jugaban en las raíces de un enorme árbol, y se reían. Gloria se sentó a observarlos.

Algunos lloraban al caer de una rama, pero al ratito ya se les pasaba.

En ese momento fué que me encontré con Gloria.

Yo venía de comprar un libro en la feria, de Carver, y me disponía a leerlo, cuando Gloria (yo no sabía que así se llamaba) me preguntó la hora. La miré y le dije "ni idea". Pude ver como sonreía, y entonces me pregunté que le habría causado gracia. Parece que ella se dió cuenta y me dijo: "me río porque salí a buscar respuestas porque ya no tengo... pero veo que no soy la única".
Le dije que si se refería a mi ignorancia acerca de la hora, eso no era para mí una preocupación, sino al contario, era el día en el que no me preguntaba nada. Ni la hora.

Luego de un rato, mientras leía el libro y ella miraba el paisaje me dijo: "ese árbol es peligroso, no te parece?". Puse el dedo en el renglón que estaba leyendo y le dije: "no sé, tal vez, pero... los niños parecen estar muy divertidos, no?" Ella me respondió: "no sé, ya te digo... solo tengo preguntas, es que lo veo de esa forma pero sé que no tengo la certeza de que sea realmente peligroso..." Le dije que como era el día en que no me cuestionaba nada, me preste atención:

Este árbol no es peligroso para los niños, en todo caso, el árbol puede sentir algún tipo de incomodidad al resistir el peso de tantos niños arriba, pero que desde otro punto de vista la escena se veía bellísima. Los niños y la naturaleza.
Respecto a la hora, deben ser cerca de las 15.30 por como pega el sol. Y al parecer los negocios cambiaron las vidrieras porque se acerca la navidad, y el fin de año.
El ser humano necesita poner el año entero sobre la palmera y dejar que se balancee... y observar. A eso se le llama "balance". En esta especie de evaluación todo debe quedar equilibrado sobre la palmera y lo que cae, es lo que no se pudo sostener... conviene colocar un recipiente porque si cae en tierra vuelve a crecer sin que te des cuenta. Por si no lo sabés, los años existen porque necesitamos contar para no perdernos. Uno, dos, tres. Además que las estaciones aún se las arreglan como pueden para sostener el principio climático que consta de algunas leyes: invierno es frío, otoño mas o menos, verano es caluroso y la primavera agradable.

Señora.... (le pregunté el nombre) Gloria...

Ella se levantó y comenzó a caminar de regreso a su casa y entendió que a veces es mejor no tener respuestas, que agarrar la primera que se cruza. Igualmente, se prometió no lavar los platos por un tiempo.

En el camino, compró una bombacha rosa, unos adornos navideños y el arbolito de navidad...

Mientras tanto yo aproveché para continuar la lectura, aunque de vez en cuando me distraía con la risa de los niños.

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(siempre lo tuyo, mi ajeno)

que manía de robarnos todo ir a buscar y que no esté esperar sobre el enfado a que llegue y exigirle mi cosa retarse en un hermoso duelo  ha...